Iceberg

Un iceberg y su sombra dividiendo el planeta en 4 cuadrantes perfectos

El samurai y su perro

Había una vez un samurai que solía tener la costumbre de pasear con su perro al cual tenía una gran estima.

Un día, su perro se alejó de él y jugueteaba con las hojas que caían de los árboles. Más grande fue la sorpresa del samurai, cuando de repente su perro se lanzó corriendo contra él con aire fiero y muchos deseos de morder.

El samurái, que estaba bien entrenado, desenvaino su espada y justo cuando el perro saltó le cortó la cabeza.

El samurai no entendió por qué de repente su fiel perro se puso en contra suya.

Entonces, elevó la cabeza y vio como una serpiente, que estaba en una rama, se estaba acercando peligrosamente a él. Cuando el samurai comprendió que lo que intentaba su perro era salvarle y no lastimarle, lloró amargamente.

Fue entonces cuando recordó una vieja enseñanza de su maestro:

“El sentido de una acción no siempre es fácil de interpretar. Por eso, antes de desenvainar tu espada, asegúrate que esa es tu única opción”.

Napoleón

Napoleón Bonaparte clasificó a sus soldados en 4 tipos de personas:

  1. Los inteligentes con iniciativa;
  2. El inteligente sin iniciativa;
  3. El ignorante sin iniciativa y
  4. Los ignorantes con iniciativa.

A los inteligentes con iniciativa, Napoleón les dio funciones de comandantes como generales y estrategas…
A los inteligentes sin iniciativa, Napoleón asignó cargos oficiales, los cuales recibieron órdenes superiores para cumplirlos con diligencia.
A los ignorantes sin iniciativa, Napoleón los puso al frente de la batalla, para que fueran «carne de cañón».
Gente ignorante con iniciativa, Napoleón no los quería cerca de sus ejércitos…

Un ignorante con iniciativa hace lo que no debe, dice lo que no debe, se enreda con quien no debe, arruina todo lo que toca, y luego dice que no fue en serio.

El mito de la caverna de Platón

EL MITO DE LA CAVERNA, también llamado ALEGORÍA DE LA CAVERNA, es una explicación metafórica, ideada por el filósofo griego Platón, sobre la situación del ser humano ante el conocimiento:

En la narración del mito, Platón nos presenta a varios hombres prisioneros en una caverna. Al estar atados por el cuello, no pueden girar su cabeza y sólo alcanzan a ver el fondo de la estancia. Detrás de ellos hay una hoguera que ilumina la cueva, y un pasillo por el que circulan hombres con todo tipo de objetos. Las sombras de estos últimos se proyectan en el fondo de la caverna, y esto es lo que ven los encadenados: proyecciones que confunden con la realidad.

El mito de la caverna da un giro cuando uno de los prisioneros es liberado, sale de su ‘prisión’ y comprueba que la realidad es otra (este sería el filosofo), con un mundo de ideas que «proyectan» lo que nosotros llamaríamos lagos, árboles, animales (todas las cosas)… Este mundo representaría el mundo de las ideas de Platón, donde están las ideas esenciales de cada cosa en el mundo, donde también están las ideas matemáticas, luego ideas mas puras como la de belleza, justicia, etc; la mas pura de todas que es la idea de «BIEN», representada en el mito como el sol, es una idea tan pura que con sólo contemplarla nos quema los ojos.

Feliz con su averiguación, el prisionero liberado vuelve con sus antiguos compañeros para relatarles que fuera de la caverna se encuentra la realidad, y que lo que ven no son sino sombras.

¿Cuál es la reacción de quiénes aún permanecen en la caverna? Se ríen del liberado. Piensan que la luz le ha cegado, que por eso dice tales cosas. Para demostrar lo contrario, el citado hombre libre trata de quitar las cadenas al resto, pero estos se niegan y amenazan con matarle.
El mito de la caverna de Platón pretende afirmar que muchos vivimos cómodos en el engaño, cuando hay una realidad ahí afuera esperándonos. Ese sería el objetivo de la filosofía para Platón.

Cuando uno no vive como piensa, acaba pensando cómo vive

El semáforo se puso amarillo justo cuando él iba a cruzar en su automóvil y, como era de esperar, hizo lo correcto, frenó y se detuvo en la línea de paso para los peatones, a pesar de que podría haber rebasado la luz roja, acelerando a través de la intersección.

La mujer que estaba en el automóvil detrás de él estaba furiosa.

Le tocó la bocina por un largo rato e hizo comentarios negativos y vulgares chillando ya que por culpa suya no pudo cruzar y tenía prisa y para colmo, se le cayó el móvil al suelo.

En medio de su pataleta, oyó que alguien le tocaba el cristal de su lado. Allí, parado junto a ella, estaba un agente mirándola muy seriamente.

El oficial le ordenó salir de su coche con las manos arriba, y la llevó a la comisaría donde la revisaron de arriba abajo, le tomaron fotos, las huellas dactilares y la pusieron en una celda.

Después de un par de horas, un agente se acercó a la celda y abrió la puerta.

La señora fue escoltada hasta el mostrador, donde el agente que la detuvo estaba esperando con sus efectos personales.

– Señora, lamento mucho este error —le explicó, el agente:

-Le mandé bajar mientras usted se encontraba tocando la bocina fuertemente, queriendo pasarle por encima al automóvil de delante suyo, maldiciendo, insultándole y gritando improperios.

Mientras la observaba, me percaté de que:

– De su retrovisor cuelga un rosario.

– Su auto tiene una calcomanía en el cristal trasero que dice: “Jesús te ama”.

– Justo al lado lleva una pegatina que dice “La paciencia es la madre de las virtudes”.

¡Como puede imaginarse… supuse que el auto era robado!”

 

Cuando uno no vive como piensa, acaba pensando cómo vive. Gabriel Marcel (1889-1973) Filósofo católico, dramaturgo y crítico

Tao

La bondad suprema es como el agua, que todo lo nutre sin pretenderlo. Se contenta con los lugares inferiores que la gente desdeña.

Por eso es como el Tao.

Al morar, vive cerca del suelo.

Al pensar, mantente en lo simple.

En el conflicto, sé considerado y generoso.

Al gobernar, no intentes controlar.

Al trabajar, haz lo que disfrutes.

En la vida familiar, permanece plenamente presente.

Cuando te contentes con ser simplemente tú mismo, y no te compares ni compitas, todos te respetarán.

Nosotros convertimos la arcilla en un maceta, pero lo que queremos y necesitamos es su interior vacío.

(Tao).

Lo más inteligente de esta vida…

  • Jesús Quintero: «Señor Gala, ¿qué es lo más inteligente que se puede hacer en esta vida?»
  • Antonio Gala: «En principio yo le diría: irse a una playa. Pero en el fondo, de verdad, tengo que decirle que salir de esta especie de laberinto en que nos han metido, una vida que no es la nuestra y que no es la mandada. Que es una organización que necesita esclavos para seguir manteniendo la pura organización que necesita esclavos, y así hasta el final. Salirse de esa cadena terrible, desencadenarse. A riesgo de la soledad, a riesgo de la falta de comprensión, pero irse un poco al campo, en el mejor de los sentidos. Salir de esa extraña y monótona esclavitud de cada día. Darle a cada día su propio afán, pero también su propia sonrisa, su propio gozo, su propio color, su propio aroma. Eso es la inteligencia. Porque una inteligencia que no nos ayude a vivir, no la quiero. No me sirve para nada. No creo que le sirva para nada a nadie».
    Fotografía de Braulio Valderas