Anécdotas de Quevedo

Es por todos conocida la agudeza de ingenio de Francisco de Quevedo. Hoy les dejamos tres divertidas anécdotas que lo pintan de cuerpo entero.

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Un día un aprendiz insistió en leerle un par de sonetos que había escrito.
Tras leer el primero, Quevedo le dijo:
—El siguiente será mejor.
A lo que el aprendiz replicó:
—¿Cómo podeis saberlo, si aún no lo he leído?
Y Quevedo respondió:
—Sencillamente, amigo mío, porque es imposible que sea peor que el que acabo de escuchar.

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Un día paseaba Quevedo por las galerías del Real Alcázar, cuando un grupo de cortesanos que estaban allí le reconocieron, y, sabiendo de su habilidad para improvisar versos, uno le dijo:
—¡Quevedo, hacednos un verso!
El escritor le contestó:
—Dadme pie.

Quevedo pretendía una palabra o una idea, pero el cortesano lo interpretó literalmente y le acercó su pie.

El autor, sujetando el pie, improvisó:
—Paréceme, gran señor,
que estando en esta postura,
yo parezco el herrador
y vos la cabalgadura.

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Estando enfermo Quevedo durante su cautiverio en el Convento Real de San Marcos, en León, uno de los religiosos que lo cuidaban, le trajo un caldo que más que caldo era agua caliente.
El poeta empezó a decir:
—¡Bravo caldo, valiente caldo!
Ante la pregunta del religioso de porqué era valiente el caldo, Quevedo respondió:
—Porque no tiene nada de gallina.

Por las ramas

No hay una cosa por otra, sino la cosa en sí. La ceniza ahora no es una diferencia, es el acontecimiento. La piedra en su mínima expresión. La repetición, pulida hasta el cansancio. Los restos que dicen hubo calor.

Gabriela Franco

¿Quiénes fueron Fulano, Mengano, Futano y Perico de los Palotes?

¿Quiénes fueron fulano, mengano, zutano y perengano que son tan nombrados?
Realmente fulano, mengano, zutano y perengano no existieron o al menos no hay hecho histórico alguno para que algunos personajes llevasen estos nombres.
Se trata de cuatro formas gramaticales que se utilizan para aludir a alguien del que no se sabe su nombre o no se quiere decir por cualquier motivo.

  • La palabra fulano proviene del árabe fulān (فلان) que quiere decir “persona cualquiera” y es el más utilizado de los cuatro, siendo el más socorrido a la hora de echar mano de algún ejemplo: “Ha venido un fulano preguntando por ti” o “Le pondrán una placa conmemorativa que dirá ‘aquí descansa fulano de tal’”. Del árabe llegó al español y de allí se extendió a toda Hispanoamérica.
  • Mengano también proviene del árabe: man kān, cuyo significado es ‘quien sea’ y suele utilizarse (en la mayoría de ocasiones) en segundo lugar y acompañado de fulano y/o zutano. Además pueden llevar otros determinantes: “A ese fulano y a ese mengano no los quiero ver por aquí”.
  • Zutano proviene de citano y este, muy posiblemente, de la palabra latina scitānus, que significa “sabido”. No se sabe bien el porqué se añadió a la coletilla, pero en algunas ocasiones también se coloca en segunda posición, tras fulano.
  • Perengano es una palabra más reciente y la de menos uso de todas ellas. No se han encontrado raíces en otras palabras antiguas y/o de otros idiomas, lo que hace pensar que puede ser una combinación que se realizó del apellido Pérez con la palabra mengano.
    Los cuatro pueden ir en diminutivo (Fulanito, Menganita…) y con apellido (De Tal, De Cual…), por aquello de hacerlos más solemnes.
    Estas cuatro palabras también tiene su variante al femenino (Fulana, Mengana, Zutana y Perengana) aunque la primera se suele utilizar para calificar despectivamente a una mujer cuando alguien se quiere referir a ella como prostituta: “finalmente resultó ser una fulana”.
  • Perico el de los Palotes. Término usado en España y Sudamérica. No se sabe a ciencia cierta de dónde proviene, pero se han encontrado referencias en España al chico que precedía a los Pregoneros tocando el tambor con dos palotes (baquetas). Los pregoneros eran personas que al toque del tambor daban a conocer al pueblo las disposiciones oficiales.
    Las primeras referencias a Perico el de los Palotes las encontramos en El tesoro de la Lengua Castellana escrito a principios del siglo XVII por Sebastián de Covarrubias. Los palotes se llamaban a las baquetas para tocar el tambor. En tanto el tal Perico, según Covarrubias, es «un bobo que tañía con dos palotes». El «bobo» que tocaba el tambor estaba detrás del pregonero, que era quien efectivamente se quedaba con el sueldo y las propinas para ambos. En dicha obra aclara que la expresión se empleaba para mostrar indignación por el trato recibido pudiendo así decir el ofendido: «¿Qué pasa?, ¿que soy Perico el de los Palotes?».

Familia maravillosa

Murió el rabino de un pequeño pueblo, y después de algún tiempo su congregación decidió que la viuda debía casarse de nuevo. Dado lo pequeño del pueblo, el único candidato disponible era el lampista.

Aunque muy reticente, porque estaba acostumbrada a vivir con un estudioso e intelectual, la viuda finalmente aceptó.

Se celebró el matrimonio, y el viernes por la noche, después del baño ritual, el nuevo marido le dijo a la ex viuda:

-Mi madre siempre dijo que al comienzo de sábado es bueno tener relaciones antes de ir a la sinagoga. Y lo hicieron.

Cuando volvieron del servicio religioso, él le dijo:

-Según mi padre, es un bueno tener relaciones antes de cenar. Y lo hicieron de nuevo.

Una vez en la cama supuestamente para dormir, él le dijo: 

-Mi abuelo me dijo que siempre se debe tener relaciones en la noche del sábado. Y lo hicieron otra vez.

Finalmente durmieron, y al despertar en la mañana del domingo él le dijo:

– Mi tía dice que un judío religioso siempre empieza el Shabbat teniendo relaciones. Y lo hicieron una vez más.

Ese domingo la ex viuda fue a pasear y se encontró con una amiga que le preguntó:

-¿Y qué tal tu nuevo marido? 

– Bueno,… mira, un intelectual realmente no es,… ¡pero viene de una familia maravillosa!

Ulises

“Si alguna vez contaran mi historia, cuenten que caminé entre gigantes. Los hombres brotan y se marchitan como el trigo, pero estos nombres nunca morirán. Cuenten que viví en tiempos de Héctor, domador de caballos. Cuenten que viví en tiempos de Aquiles.”

(Ulises, en Troya)

El bueno, el malo y el feo

‘El bueno, el malo y el feo’: Clint Eastwood, Eli Wallach y Lee Van Cleef en el lugar del rodaje.

En pleno páramo castellano, no muy lejos de Covarrubias (Burgos)

Ruina

Un insonoro ademán
Golpea mi faz
Como hambre de azúcar
Y despierta la alegría
De saber que vivir, ésto significa
Parar y paladear
El deleite de la imperfección
Que se balancea bello
Como recuerdo constante
De lo que es el palpitar de la vida.


Alex González

Vinaixa

23-03-2024