Picaportes

Tras el tímido golpe de nudillos tal picaporte,
vira inquieta la silueta bailando el giro de una puerta
ocultando una sombra de aliento deseosa
que derrochará humedad errante y profunda.

Es la celebración de la incompostura,
de un carpe diem egoísta y famélico
que devora su propio contorno 
en cuanto las saetas de un reloj inexistente
anuncian la brisa de un recuerdo concubino.

Un gesto vengativo por querer recuperar el tiempo huye por las rendijas de una puerta cerrada y los pellizcos de vacío, inertes, cobran vida,  de sentido, de mañanas, de vivencia futura y nostalgia adolescente.

Alex González (11-5-2024)